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El Pacto de San José de Flores del 11 de noviembre de 1859 marca un hito en la diplomacia paraguaya
Publicado: 11/15/22 07:55:a. m.

Exposición del historiador Herib Caballero Campos en la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores, en fecha 11 de noviembre pasado, ante autoridades, funcionarios y miembros del cuerpo diplomático acreditados en Paraguay, en ocasión de conmemorarse el “Día del Diplomático Paraguayo”:

“El Pacto de San José de Flores del 11 de noviembre de 1859, marca un hito en la diplomacia paraguaya, que durante décadas prácticamente no existió, pues durante el franciato el contacto con los demás países se hizo a través de los comandantes de las fronteras, tanto en Itapúa, Pilar o el Fuerte Borbón.

Fue el consulado de Mariano Roque Alonso y Carlos Antonio López el que inició con decidida voluntad romper el silencio diplomático paraguayo. Es así que Andrés Gill, Manuel Pedro de la Pena, Juan Andrés Gelly, fueron quienes emprendieron las primeras misiones diplomáticas.

En ese sentido, aprovecho la ocasión para recordar que fue Juan Andrés Gelly el primer paraguayo en ser designado como Ministro Plenipotenciario y enviado extraordinario ante el Imperio del Brasil.

El Paraguay, desde 1813 hasta 1852, tuvo que enfrentar en varios momentos el peligro de una invasión desde Buenos Aires, las tensiones en ocasiones subieron hasta el punto que se ordenó la despoblación de la costa o limpiar las playas de leña que pudiera ser utilizadas por los vapores argentinos.

El reconocimiento de la independencia del Paraguay por parte de la Confederación Argentina tras la derrota del dictador Juan Manuel de Rosas, un 17 de julio hace 170 años, abrió las puertas del Paraguay al mundo, literalmente, pues a los pocos meses emisarios de Gran Bretaña, Francia, Cerdeña y Estados Unidos llegaron hasta la ensiestada capital paraguaya para iniciar las relaciones diplomáticas y los vínculos comerciales.

Por tal motivo, el presidente Carlos Antonio López envío una misión comercial y diplomática a Europa, designando a su primogénito Francisco Solano López para que, en carácter de ministro plenipotenciario y agente comercial, celebre tratados y contrate técnicos, adquiera maquinarias y consiga colonos para una República que consideraba que era su momento para empezar a crecer.

En ese sentido, vuelvo a llamar la atención sobre el rol de asesor que cumplió en esta misión Juan Andrés Gelly, quien ya había tenido experiencia diplomática en el viejo continente, pero como representante de la República Oriental del Uruguay en décadas anteriores.

Desde la batalla de Caseros y la victoria de Justo José de Urquiza, la capital de la confederación argentina fue Paraná, las relaciones entre el Paraguay y las autoridades de la Confederación fueron armoniosas y constantes. Por su parte, Buenos Aires se declaró un estado independiente, que mediante un golpe de estado el 11 de septiembre de 1852 derrocó a las autoridades federales y se separó de la confederación.

Es así que en los años siguientes las relaciones entre las autoridades de la Confederación Argentina y el Estado de Buenos Aires fueron tensas. La tensión se elevó cuando el director de la Confederación, general Urquiza, envío una carta al gobernador de Buenos Aires, Valentín Alsina, a quien manifestó que Buenos Aires se uniría a la Confederación “por la razón o por la fuerza”.

Ambos ejércitos se enfrentaron para el combate, que finalmente sucedió en la Batalla de Cepeda el 23 de octubre de 1859 en que las tropas confederadas derrotaron a los porteños.

Para el Paraguay, una guerra en el Río de la Plata era un motivo de preocupación; por ese motivo se envió al general López para mediar. Zarpó de Asunción el 27 de septiembre, llegó a Paraná, la capital de la Confederación, el 5 de octubre.

En su carta al canciller Vázquez escribió:

  • Llegado allí me presenté al Exmo. Señor Presidente Urquiza y entré luego en conferencias con S.E. sobre el importante objeto de mi misión.
  • Al arriba al puerto de Buenos Aires en el día 12, y preocupado con la idea de que iba a tener lugar un sangriento combate naval, mi primer interés fue pasar personalmente a ver al Gobierno, sin cuidarme de las reglas de la etiqueta, y pasé en efecto a ver al Exmo. Señor Ministro Dr. D. Dalmacio Velez Sarsfield, quien después de haber presentado mis respetos, entré luego a explicar al Señor Ministro, mi aparición en Buenos Aires. Le declaré francamente que el Gobierno Paraguayo me había confiado esta misión, porque aunque se le había comunicado en copia la declaración hecha a Mr. Yancey, de que descendiese de la Presidencia el Señor General Urquiza, para tratar de incorporarse Buenos Aires a sus hermanas las provincias confederadas, esperaba que se levantase esa declaración, sin cuya condición previa, la mediación de mi Gobierno no podía tener lugar.
  • Acabo de recibir su interesante comunicación de esta fecha y no puedo resistirme a ser deferente a los empeñosos esfuerzos de V.E. por una solución feliz, esfuerzos que tanto lo ennoblecen y lo recomiendan al aplauso y estimación del país, al reconocimiento de la humanidad entera. Mis sentimientos fraternales que V.E. honra tanto, serían ineficaces sin la cooperación de V.E., que comprendiéndolos ha contribuido y contribuye al éxito de mi mejor aspiración: el triunfo incruento de la Unión Nacional y de la fraternidad y paz del pueblo de Buenos Aires.
  • Los términos tan dignamente honrosos con que los Exmos. Gobiernos de la Confederación y Buenos Aires, agradecen a mi Gobierno y a mí, como su representante, los esfuerzos empleados por la paz, habrán compensado mis trabajos, si como lo deseo, mereciesen la aprobación del Exmo. Señor Presidente de la República del Paraguay, en cuyo augusto nombre he rendido a los Pueblos argentinos los servicios que han contribuido a la paz que se ha ajustado, y por cuya permanencia haré siempre mis más fervientes votos.

Es justo decir, que desde que tuve el honor de abrir mis conferencias con el Exmo. Señor Presidente, observé ya de una manera invariable los sentimientos más elevados y generosos, por la paz, unión y fraternidad de los argentinos; aunque el mal éxito de diferentes negociaciones, hubiesen casi estinguido en el ánimo de S.E., toda esperanza por un arreglo pacífico.

El 11 de octubre salió rumbo a Buenos Aires. Dice el emisario en su informe:

Fueron arduas las negociaciones en los primeros días de noviembre, se realizaron hasta 5 conferencias en la chacra de Monte Caseros en las afueras de Buenos aires. Las gestiones del mediador fueron intensas, de hecho, en una carta fechada el 9 de noviembre Urquiza le manifestó:

Hasta que finalmente lograron el Pacto de San José de Flores suscripto por Juan Bautista Peña y Carlos Tejedor, como representantes del Estado de Buenos Aires; Tomás Guido, Daniel Aráoz y Juan Esteban Pedernera, por la Confederación, y el general paraguayo Francisco Solano López, como mediador.

El acuerdo hizo que las tropas de Urquiza se retiraran y que Buenos aires se una nuevamente a la Confederación. Solano López negoció con las autoridades bonaerenses que se quiten los aranceles diferenciales para los productos paraguayos. Este pacto trajo paz a la región por unos años hasta que, en la batalla de Pavón, en 1861, la victoria de las huestes porteñas impusiera un nuevo gobierno que priorizaba los intereses de Buenos Aires.

En su informe Solano López manifestaba al canciller José Nicolas Vázquez que:

Asunción Enero 5 de 1860.

Es así como concluyó la mediación diplomática paraguaya en la Argentina evitando el derramamiento de sangre por un tiempo”.

El Pacto de San José de Flores del 11 de noviembre de 1859 marca un hito en la diplomacia paraguaya

El Pacto de San José de Flores del 11 de noviembre de 1859 marca un hito en la diplomacia paraguaya



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